La regla del bateador designado comenzó a aplicarse en la Liga Americana en 1973 y desde entonces ha sido asumida por todo el béisbol con excepción del otro circuito mayor, la Liga Nacional. Aun cuando prácticamente ambos organismos se han fusionado y diariamente hay juegos interligas, ésta persiste mantener el esquema en el que el lanzador agota su turno al bate.
La historia de esos cuarenta años de la aplicación de ese reglamento es rica. Por él pudieron alcanzar varios bateadores cifras históricas que le permitieron ser elegidos a la inmortalidad deportiva, siendo los casos más evidentes los de Paul Molitor y Frank Thomas. La máxima hazaña del primero fue acumular tres mil incogibles, exactamente 3,319 y de esa cantidad 1,456 los disparó en rol de designado. Thomas logró 521 cuadrangulares y 269, más de la mitad, los alcanzó actuando sin desempeñarse defensivamente.
En total hay seis toleteros que al inicio de la actual campaña habían agotado por lo menos cinco mil apariciones al plato como designados. Ellos son, además de Thomas y Molitor, Edgar Martínez, David Ortiz, Harold Baines y Hal McRae. Los de mejores resultados han sido Martínez y Ortiz. Los del primero, exclusivamente en esa función, lo colocan a la cabeza en promedio de bateo y porcentaje de embasarse con .314 y .428 y además consiguió un slugging de .532, solo por debajo de Ortiz que inició el 2014 con .560, conjuntamente con promedio de .290 y .385 de OBP. Este posee sumas exclusivas por las que justamente reclama el reconocimiento como el mejor de la historia, tal son ser el único con más de trescientos jonrones (370), 1,209 carreras empujadas y 1,040 anotadas, exclusivo con más del millar en esos dos renglones.
Martínez está en la lista de candidatos al Salón de la Fama desde el 2010 y la máxima cifra de menciones que ha logrado ha sido un 36.5% en el 2012, reduciéndose a un 25.2% este año. Eso provoca pensar que existe algún tipo de prejuicio contra el bateador designado a pesar de que demuestran dominar la habilidad más difícil de ejecutar con éxito de deporte alguno, batear en béisbol. Hombres como Ortiz, Martínez y los demás mencionados son atletas que, en un deporte como el béisbol donde nunca los dos equipos están al mismo tiempo en el terreno, ejecutan con eficacia en la parte ofensiva aún teniendo evidentes deficiencias defensivas que no les permiten ser usados en esa labor.
Representan en la ofensiva lo que el lanzador de relevo personifica en el pitcheo. El relevista, en la inmensa mayoría de los casos, es un lanzador con habilidad para dominar en limitadas entradas debido a carencias que no les permiten ser usados como abridores. A pesar de esa limitación varios de ellos han sido llevados al Salón de la Fama.
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