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No descarten por DH a Thomas, Martínez.

Cuando Frank Thomas llegó por primera vez a las mayores, era una fuerza de la naturaleza como ninguno de los fanáticos del béisbol había visto en mucho tiempo.
Habían tipos grandes antes, claro está, tipos grandes que ciertamente intimidaban a los lanzadores contrarios con su tamaño y hacían que los antesalistas tomaran un paso extra hacia atrás, o cuatro. Tipos como Frank Howard, Dave Kingman y Dave Winfield. Mark McGwire y Jose Cansecoestaban en su momento como los Bash Brothers con los Atléticos cuando Thomas se unió a los Medias Blancas en 1990. Darryl Strawberry todavía estaba pegándole a la bola.
Pero Thomas era diferente. No era alto y flaco o aún alto y musculoso, sino que era alto y masivo, hecho como el otrora tight end de Auburn que fue. No era meramente un bateador de poder, de esos que sacrificarían bateo de promedio por poder. Era un bateador, desde su temporada de novato, un tipo que pareaba el arte de Tony Gwynn con la selectividad de Ted Williams en el plato. Bateaba jonrones casi por accidente.
De 1990 a 1997, sus primeras ocho temporadas, Thomas bateó .330/.452/.600. De 1946 a 1989 esos núneros han sido alcanzados en una temporada individual sólo 11 veces, siete de ellas por Williams. La generación de mi padre tenía a Williams, nosotros teníamos a Thomas. Thomas ganó un premio de Jugador Más Valioso de la Liga Americana cuando bateó para .317 con 41 jonrones, 128 remolcadas y 112 caminatas. Ganó otro en la temporada acortada por la huelga, bateando .353, con 38 jonrones y 109 caminatas en 113 partidos. Se ganó el apodo de 'The Big Hurt' (El gran dolor) con absoluta razón.
Esas ocho temporadas constituyen el corazón del dominio de Thomas, aún con lo duro que fue el final de su carrera. Tuvo una última temporada dominante en el 2000, al batear .328 con 43 jonrones y 143 remolcadas para finalizar segundo en la votación del JMV mientras los Medias Blancas ganaban un título divisional. Bateó 42 jonrones en 2003 con los Atléticos y finalizó cuarto en la votación del JMV, más por el liderazgo en el sorpresivo título ganado por Oakland que por sus números (.270, 39 jonrones).
Thomas finalizó su carrera con una línea de .301/.419/.555, 521 jonrones y 1,704 remolcadas. Es, indiscutiblemente, uno de los mejores 20 bateadores de todos los tiempos y pocos parean su nivel de dominio ofensivo.
Está en la boleta del Salón de la Fama por primera vez, y puede que no entre.
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Edgar Martinez
Ronald Martinez/Getty ImagesEdgar Martínez finalize su carrera con promedio de .312 y dos títulos de bateo
Edgar Martínez está en la boleta por quinta occasion. Él tiene su núcleo leal de partidarios, pero no ha tenido progreso en la elección al Salón de la Fama: recibió 36 por ciento, 33 por ciento, 37 por ciento y 36 por ciento de los votos en cada uno de los últimos cuatro años. Le queda un largo camino para llegar al 75 por ciento que necesita y aunque algunos de los miembros del Salón de la Fama por la Asociación de Escritores de Béisbol de America (BBWAA, por sus siglas en inglés) eventualmente elegidos comenzaron con un bajo porcentaje de votos, Martínez parece estar estancado en el lodo. La boleta llena de gente no va a ayudar a aumenta su total de votos, si acaso, la aparición este año de Thomas, Greg Maddux,Tom GlavineMike Mussina y Jeff Kent(además del voto de simpatía de último año de Jack Morris), podría acortar el total de Martínez.
Los credenciales de Martínez no saltan a la vista como las de Thomas. El no tuvo el poder de Thomas (pegó 309 jonrones) y fue pasado por alto a menudo jugando en Seattle y opacado por sus compañeros Ken Griffey Jr. y Alex Rodriguez, pero en su mejor momento también uno de los bateadores derechos más devastadores que se ha visto. Al igual que Thomas, bateó para un promedio alto mientras recibía una enorme cantidad de bases por bolas. Ganó dos títulos de bateo y tuvo temporadas en las que bateó para .356, .343, .337, .330, .327, .324 y .322. Regó líneas de esquina a esquina; para mí, era un George Brett derecho (aunque Martínez recibió más caminatas, por lo que estuvo más en base). Tuvo ocho temporadas con un OPS+ de 150 0 más; más que Reggie Jackson (7), Willie McCovey (7), Griffey (4), Brett (4), Carl Yastrzemski (4), Ernie Banks (2), Johnny Bench (1) y numerosos otros miembros del Salón de la Fama. Thomas también tuvo ocho temporadas como esas (y dos temporadas parciales más). En términos de WAR de su carrera, el de Thomas es solo un poco más alto, 73.6 to 68.0.
Como dijo una vez el miembro del Salón de la Fama Paul Molitor sobre Edgar, "Fue uno de los más temidos bateadores derechos de su tiempo en esta liga. La cantidad de respeto que tiene de sus pares habla del valor que tenía como jugador ofensivo".
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Thomas y Martínez, claro está, pasaron la mayor parte de sus carreras como bateadores designados. Thomas jugó 971 de sus 2,322 juegos como primera base; Martínez jugó 592 de sus 2,055 partidos en el campo, mayormente como antesalista. Thomas era un mal inicialista; Martínez era un tercera base adecuado, pero fue colocado como designado debido a algunos problemas de lesiones en 1993 y 1994.
Los votantes sostienen eso en contra de Martínez, sugiriendo que fue meramente un "especialista", como si ser uno de los mejores bateadores del juego por 13 años de alguna manera le resta valor; algunos votantes retendrán su firma al lado del nombre de Thomas con la misma justificación. Los bateadores designados no pertenecen al Salón de la Fama.
Una razón por la cual la votación del Salón de la fama es tan conflictive es porque hay constantemente un conflicto entre la emoción y la razón. El caso de Jack Morris es todo emoción; es difícil construir una defensa analítica para él como miembro del Salón de la Fama. Los desacuerdos de sustancias para alterar el rendimeinto (PED) son todo emoción ("¡tramposos!") versus razón ("fue parte del juego en esa era, no sabemos quién hizo qué, etc).
Es por eso que los argumentos del bateador designado me molestan; son una aplicación inconsistente de la razón. En años recientes la BBWAA ha elegido a tres lanzadores de relevo: Bruce Sutter, Goose Gossage y Dennis Eckersley (quien fue abridor pero fue electo por sus méritos como taponero). Lee Smith, quien nunca fue considerado como el mejor taponero del juego mientras estuvo activo, recibió más votos que Martínez. No es debate que ni siquiera merece discusión. Ningún gerente general hubiese cambiado a Edgar Martínez por Lee Smith.
Aún más molestoso es que Sutter fue un relevista elite por solo ocho temporadas, Gossage por 10, Eckersley por cinco. Uno no puede votar por taponeros y entonces descartar a Martínez y a Thomas porque fueron especialistas.
El Salón de la fama es sobre grandeza. Pocos bateadores han llegado al nivel de grandeza de Frank Thomas y Edgar Martínez (claro está, hacer que algunos votantes entiendan el valor de sus bases por bolas en otro asunto). Ellos fueron grandiosos, lo mejor en el juego, la prístina definición de un miembro del Salón de la Fama.
Quizás fueron jugadores unidimiensionales. Pero qué dimensión. Ambos merecen ser miembros del Salón de la Fama.

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