Tras el anuncio de la exaltación de Ken Griffey Jr. y Mike Piazza al Salón de la Fama de Cooperstown en la clase del 2016, comienza el conteo regresivo para quienes aspiran a entrar al Templo de los Inmortales dentro de un año.
La camada de debutantes en el 2017 tiene una colección de nombres latinos de altura, que encabezan los dominicanos Vladimir Guerrero y Manny Ramírez, el puertorriqueño Ivan "Pudge" Rodríguez y el colombiano Edgar Rentería.
Por primera vez en las boletas aparecerán también los boricuas Jorge Posada yJavier Vázquez, los venezolanos Magglio Ordóñez, Melvin Mora y Carlos Guillén y el colombiano Orlando Cabrera.
Completan el grupo de primerizos Jason Varitek, J.D. Drew, Mike Cameron,Derrek Lee, Tim Wakefield, Aaron Rowand y Pat Burrell.
De estos candidatos de primer año, Manny está descartado, más allá de sus extraordinarios números, tras dos suspensiones por consumo de sustancias para mejorar su rendimiento deportivo.
También con la sombra de los esteroides está Pudge, el mejor cátcher que haya pasado por las Mayores, aunque la ganancia de votos de Roger Clemens y Barry Bonds en el 2016 no elimina por completo las esperanzas a futuro del jugador de la Isla del Encanto.
Todo lo contrario: evidencia un cambio de mentalidad de los votantes hacia las figuras que lideraron una generación marcada por los esteroides.
Entonces quedan Guerrero y Rentería como los principales debutantes.
El jardinero dominicano, por quien abogara Pedro Martínez en su discurso de exaltación en julio pasado, tiene muy buenas estadísticas, aunque sin llegar a esas cotas típicas de 500 cuadrangulares y 3,000 hits que hacen merecedores de la inmortalidad a la mayoría de sus poseedores.
Los datos que dejó Guerrero a lo largo de 16 años de carrera se asemejan a los de Fred McGriff, quien una vez más se quedó corto en las votaciones
En el caso de Rentería, sus números son bastante similares en muchos aspectos a los de Barry Larkin, el campocorto de los Cincinnati Reds exaltado a Cooperstown en el 2012.
Sin embargo, a favor del colombiano podría argumentarse que sus estadísticas similares a las de Larkin las logró en tres campañas menos.
El Niño de Barranquilla, cuya dimensión se elevaba hasta la estratósfera en postemporadas, jugó 16 años, mientras que el de Cincinnati lo hizo por 19 contiendas.
Esto confirma que la entrada al Salón de la Fama, además de méritos, es cuestión de suerte y "timing". La clase del 2012 en la que entró Larkin no contenía esos nombres imprescindibles, como Griffey, Pedro, Randy Johnson oGreg Maddux, lo cual llevó a los votantes de la BBWAA a inclinarse por el ex jugador de los Rojos.
Ese "timing", dada los integrantes de la clase del 2017, podría favorecer a Jeff Bagwell finalmente, quien este año logró 71.6 por ciento de los votos, apenas 3.4 puntos por debajo del límite requerido.
Otro que tuvo buen repunte fue el jardinero Tim Raines (69.8 por ciento), mientras que Trevor Hoffman, con todo y sus 601 salvamentos, sufrió el eterno castigo que acompaña a los apagafuegos, con quienes los miembros de la BBWAA se muestran reticentes a incluir en su primer año de elegibilidad.
Lo mismo ocurre con los bateadores designados, como el puertorriqueño Edgar Martínez, que esta vez consiguió el 43.4 por ciento de los sufragios.
Pero quién sabe si la entrada de Piazza podría beneficiarlo en el 2017, pues a fin de cuenta, el aporte defensivo del nuevo integrante de Cooperstown era casi tan nulo como el de un bateador designado.
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